Y así nos pasamos la vida entera, tratando de llenar desesperadamente un vacío interno que nunca conseguimos llenar. Un vacío que va más allá de tener «una pareja que me quiera», «una casa nueva», «un coche grande», «un trabajo que me gusta», «una biblioteca llena de libros» o «más de tres mil amigos en Facebook».
Seguimos buscando fuera, el alimento que no conseguimos darnos a nosotros mismos. Y por eso llenamos nuestras agendas de actividades…y llenamos nuestro estómago de comida y bebida, nuestra cocina de utensilios varios, nuestros móviles de aplicaciones, el fin de semana de citas, nuestra maleta de ropa y cachivaches, nuestro curriculum de títulos y experiencias, nuestros pulmones de tabaco…nos llenamos una y otra vez para no sentirnos vacíos.
Y en el momento en que empezamos a atisbar ese vacío, volvemos a salir al mundo a llenarlo, o a permanecer en casa también llenándolo.
Hay quien llena su vacío con actividades «más saludables» (gimnasio, danzas terapeúticas, cine de autor, libros, música, paseos por el monte, amigos…) y quienes optan por algo «más tóxico» (bebidas espirituosas, drogas, glucosa, televisión, relaciones conflictivas…). En cualquier caso seguimos llenando inconscientemente «no sabemos qué» pero algo que incomoda, un vacío con el que no conseguimos estar, que nos queremos quitar de en medio, que llevamos pegado desde que éramos niños y que resulta ser un agujero insaciable.
No es fácil estar en el vacío, no es fácil sentir el vacío interno y no querer salir corriendo. En realidad, nadie nos enseñó a estar con nosotros mismos y a querernos sin nada más (vacíos). Por eso buscamos llenarnos con todo lo de fuera (incluyendo el reconocimiento y la mirada del otro) y nos empeñamos más en hacer que en ser, en demostrar que en liberarnos, en asegurar que en soltar.
Nadie nos dijo que este vacío podría traernos dicha. Que este vacío es el principio de todo, que es un vacío lleno de confianza, de amor, de verdad. Frtiz Perls decía que la Terapia Gestalt es la transformación del vacío estéril al vacío fértil. Y este es el fin del trabajo terapéutico, poderte vaciar de lo conocido, despojarnos de todas la mochilas que cargamos, de los patrones aprendidos, de los condicionamientos y des-identificarnos para que desde ahí surja una visión nueva y que de lugar a la creatividad.
Y tú, ¿cómo llenas tu vacío?