¿Cuántas veces has escuchado la frase «tiene los pies en la tierra»? Se usa en un sentido metafórico para referirse a quienes tienen las cosas claras, están seguros de algo, son muy responsables y no viven ensoñaciones e ideales.
Hoy quiero proponeros una mirada más literal para ver cómo de plantados tienes tus pies en la tierra, observar cómo te apoyas, cómo te enraizas, cómo dejas tu peso en el suelo, cómo es tu equilibrio y estabilidad.
Porque efectivamente algo tiene que ver con lo físico. En la medida que tienes más desarrolladas tus extremidades inferiores (piernas, rodillas, pies, tobillos…) sientes más arraigo, solidez y firmeza ante la vida.
Seguramente has escuchado hablar del chakra raíz o muladhara; ese primer centro energético localizado en el perineo (entre tus órganos genitales y el ano) que coincide con la cuarta vértebra sacra en el coxis. En la medida que trabajamos el enraizamiento y movemos la energía acumulada en la zona del sacro, esta se distribuye al resto del cuerpo. Emocionalmente nos sentimos más estables, con mayor confianza y seguridad en aspectos como el trabajo, el dinero y el hogar.
Al mismo tiempo, si es una zona que bloqueamos sentiremos pereza, desesperanza, falta de equilibrio, de iniciativa, de perseverancia y de acción emprendedora.
En la medida que tomamos contacto con la tierra, que echamos raíces, y nos relacionamos con nuestro entorno, sentimos mayor seguridad, equilibrio, confianza, pertenencia, voluntad y empuje.
Desde el punto de vista psicológico también es importante la relación con la madre, como proveedora de alimento y seguridad. Cuando se experimenta una separación física con la madre o simplemente uno no se siente amado por ella, se genera un bloqueo en el chakra raíz generando sentimientos de inseguridad, falta de hogar y dificultad para estar presente en el aquí y el ahora.
¿Cómo trabajar el enraizamiento?
Pero si de momento buscas algo más sencillo para ejercitar los pies y las piernas, te propongo que salgas a caminar o correr, que bailes a diario con música que tenga base o tambores. Y cuando hagas todo esto pon atención a cómo se posan tus pies en el suelo, tratando de dejar todo el peso que puedas en la planta de tus pies de forma que tanto tu parte delantera (la almohadillas de tus pies) como tus talones formen parte de tu pisada.
No andes de puntillas y ligero; trata de dejar tu peso solo en el arco interno del pie o por el contrario en el arco externo. Atiende y observa tu caminar. Y si estás de pie durante un rato (en el metro o esperando en la cola del supermercado) flexiona ligeramente tus rodillas para dejar más peso en la tierra y así afianzar tus raíces.
Hay diferentes asanas (posturas) de yoga que te pueden ayudar a dar fuerza a tus pies y piernas, sin tensar tus rodillas y trabajando tu equilibrio. En la foto puedes ver algunas.
Si estás trabajando tu enraizamiento es un buen momento para preguntarte por tus raíces, tu familia, por los asuntos pendientes con los distintos miembros, con todo aquello de tu carácter heredado, también con tu relación con la comida, etc. Esto es más fácil de tratar si estás en un proceso terapéutico.