Si te sientes rechazado, abatido,
humillada, incomprendida
avergonzado, asustado
solo
sola…siempre puedes volver a ti.
Creemos que es con la pareja con quien nos vamos a completar, a ser felices y a sentirnos bien. Pero la realidad nos dice que es precisamente con la otra persona con la que se nos despiertan nuestras principales heridas, con quien nos enfrentamos a nuestros miedos, inseguridades y desconfianza. Es en relación donde descubrimos todas nuestras sombras y aquello que siempre estuvo aquietado vuelve a despertarse.
Nuestro niño interior quiso el amor de papá y de mamá, pero no siempre lo tuvo. Por eso a veces buscamos ese amor fuera y claro, no siempre lo encontramos. Y eso duele. Y eso quema por dentro. Y nos infravaloramos. Nos hacemos pequeños. Y como no soportamos vernos tan insignificantes, nos enfadamos. Y lanzamos la ira contra el otro. Menospreciamos a la pareja para así hacernos un poquito más grandes. La culpamos.
Esta es la estrategia que hemos desarrollado para poder soportar todo el dolor que sentimos al no ser elegidos, al ser rechazados, no vistos y descuidadas. Pero la herida de abandono, de vergüenza, de rechazo no se cierra ni se cura con el amor del otro. Es el amor hacia nosotros mismos el que permite ir cicatrizando el daño recibido.
Eso es lo que llamo volver a uno mismo…volver a ti. Acoger ese dolor que sientes, mimarte, cuidarte, abrazarte, mirarte con cariño, sentir compasión hacia ti, dar la mano a ese niño necesitado que llevas dentro. Como si lo hicieras con ese hijo, sobrina, niña de tan solo 4 añitos que está perdida en el supermercado buscando a mamá.
Porque a ratos así nos sentimos perdidos, indefensas, vulnerables y esperando que alguien nos encuentre y nos rescate de esta sensación de miedo y soledad.
A ratos no sabrás darte ese abrazo y esperarás que alguien venga a dártelo pero siempre podrás volver a ti. Y seguir aprendiendo a quererte.