No me des tanto que es demasiado.
No me des tanto que yo no puedo ofrecerte lo mismo.
No me des tanto que no me lo merezco.
No me des tanto que me quedo en deuda.
No me des tanto que no lo necesito.
En pareja, la energía del dar y el recibir no siempre se equilibra. A veces son muchos los motivos que nos llevan a no querer tomar lo que la otra persona nos da, porque no estamos dispuestos a ofrecer lo mismo o sentimos que no vamos a poder compensarlo.
Ya sean regalos, cariño, tiempo de calidad, cuidado…dar puede ser un acto muy generoso siempre y cuando la otra persona esté en la misma disposición. Si es así, surge el baile de la entrega y la receptividad, de la libertad y el amor. Donde uno da lo que desea y el otro lo recibe con gusto y agradecimiento, con apertura y confianza. Y lo devuelve cuando puede y como quiere.
Pero este baile equitativo no siempre se da porque no siempre queremos lo mismo. A veces cuando uno recibe mucho, puede llegar a sentirse abrumado e ir incorporando un sentimiento de deuda o culpa con la pareja, que no sabe cómo compensar. Es entonces cuando el desequilibrio supone una lucha de poder, donde el dador se hace grande y superior ante el receptor que va haciéndose pequeño y sintiéndose en deuda.
Te invito a observar cuánto das y cuánto recibes
Si eres de los que dan mucho, conviene poner atención a ese «dar incondicional», al rol que vas ejerciendo sobre el otro, tu lugar de padre o madre, a cómo empequeñecemos a la pareja, a la arrogancia escondida o cómo acumulas rabia por no recibir lo que esperas a cambio. Puede ser un buen camino aprender a dejarte cuidar y bajar de tu pedestal, del tú puedes dar más y «el no necesito». Dejarse cuidar y tomar implica estar libre de sentimientos de reproches, abusos, de chantajes emocionales y resentimientos.
Si, por el contrario, eres de los que te quedas en un lugar cómodo de recibir, observa cómo es ese niño interior necesitado, caprichoso u orgulloso que se cree en el derecho de solo tomar y tomar de los demás. Puede que estés esperando que todo el amor no recibido en la infancia sea llenado por tu pareja. Reconstruir tu adulto y reconocer lo que eres te ayudará a reconocer al otro, verle de igual a igual y empezar a dar también.