¿Cuántas veces te quedas esperando que suceda aquello que deseas? ¿Te has planteado ir a por ello en vez de quedarte esperando?
A veces el miedo, la vergüenza, los prejuicios, las proyecciones (aquellas ideas, palabras o pensamientos que ponemos en la otra persona y son nuestros), la pereza o simplemente la comodidad de seguir estando en un lugar confortable nos impiden pasar a la acción e ir a por lo que queremos.
¿Qué pasó con ese beso que no diste? ¿con ese viaje que no hiciste? ¿con esa conversación que evitaste? ¿con ese baile que no danzaste por no salir a la pista? ¿qué hiciste con esas ganas de llamar a quien amabas o a quien odiabas?
Vamos frustrando tantos y tantos deseos que finalmente dejamos de desear porque así la vida es más cómoda, así no nos ponemos en riesgo y no sufrimos. Bueno, seguimos sufriendo pero nos anestesiamos ante el dolor, no lo sacamos a la luz y lo vamos guardando en un lugar recóndito de nuestro ser.
Y dejando de desear y quedándonos esperando a que las cosas cambien, no vivimos plenamente y nos perdemos un millón de sensaciones, emociones, colores y matices que son parte de la propia vida.
Y así es como vivimos, con la inercia, encerrados en hábitos que nos vuelven cada vez más rígidos…empezando por la rigidez de nuestra mente y también la rigidez del cuerpo. Nos vamos entumeciendo y nos hacemos insensibles a lo que realmente sentimos.
Te invito en esta semana a preguntarte cuál es el riesgo que desde hace tiempo no tomas. Te invito a ponértelo fácil, que empieces por algo pequeño, y siempre con una mirada de cariño y amabilidad. A lo mejor estás pensando en cambiar de trabajo, y todavía no es el momento…pero sí que puedes empezar por mirar esa oferta de empleo que te pasaron o hacer esa llamada que has ido postergando.
¡¡Esta semana sigue tu deseo…hazte caso y deja de contarte milongas que ni tú ya te crees!!