A veces entendemos cuerpo flexible como cuerpo en forma pero no es lo mismo. Hoy día, ir al gimnasio es algo habitual, lo cual no quiere decir que estemos flexibilizando nuestro cuerpo, y mucho menos nuestra mente y emociones.
Por supuesto que hacer deporte tiene grande beneficios que todos conocemos como la eliminación del estrés y la ansiedad, el aumento de la autoestima y la calidad de vida, rejuvenecimiento, entre otros. Sin embargo, la mayoría de las veces hacemos ejercicio sin poner conciencia a nuestro cuerpo, a la tensión que requiere cierto movimiento, sin saber qué le viene bien a mis músculos y huesos, y en gran medida, con una motivación más estética que saludable. Con el deporte estamos ejercitando el músculo, tonificándolo pero no haciéndonos más flexibles, en el sentido amplio de la palabra.
Cuando hablo de flexibilidad corporal me estoy refiriendo a la capacidad de deformar tu musculatura y de estirar tu cuerpo. El concepto de flexibilidad también referido a la capacidad de algunos materiales para deformarse y retomar su forma original, a la tolerancia de otras ideas, normas o dogmas, a la susceptibilidad de cambios o variaciones según las circunstancias, situaciones o necesidades.
¿Te reconoces en estas cualidades? ¿te sientes tolerante? ¿te adaptas fácilmente a los cambios o normas? O por el contrario, ¿consideras que tu opinión es la verdadera? ¿tratas de convencer a los demás hasta conseguir lo que quieres? ¿te enfadas si las circunstancias no acompañan a tus deseos?
Hay actividades corporales, como el yoga, el Movimiento Consciente, la danza libre, baile, etc. que nos permiten flexibilizar nuestro cuerpo e incorporar estas cualidades descritas anteriormente a nuestro carácter.
En la medida que nos hacemos más flexibles, nuestro cuerpo se ablanda y se hace más adaptable, también nuestra mente y nuestro mundo emocional. Somos más capaces de entrar en una emoción y salir de ella sin quedarnos enganchados horas, días o temporadas; aceptamos que la vida no solo depende de nosotros, que no podemos controlar todo lo que sucede y por tanto aprendemos a soltar y relajar, los pensamientos son más fluido y menos recurrentes, y nos hacemos también más flexibles y empáticos con los demás, con la capacidad de observar que la vida tiene muchos puntos de vista.
La práctica de Proceso Corporal Integrativo nos ayuda a conocernos, a identificar lo que nos tensa, a contactar con nuestra necesidad más genuina, conocer nuestras emociones y aprender a expresarlas, ampliar nuestros registros corporales a través del baile, la imitación, el juego. En definitiva, nos hace mas flexibles corporal, emocional y mentalmente.