La búsqueda continua de seguridad y el miedo a la incertidumbre se quedan pegados como las telarañas. Van de la mano…si me aseguro un empleo, una pareja, una carrera profesional, una casa, una familia, unos hijos, voy a tener menos miedo y voy a vivir mejor. Al menos, eso creemos.
Durante un tiempo puede ser así, pero antes o después la vida tambalea. Y lo hace con un despido, una ruptura, un abandono, un desahucio, un aborto o una muerte. La vida es caprichosa, la vida no entiende de planes de pensiones, contratos indefinidos y bodas de oro.
¿Cuánto de esta búsqueda de seguridad tiene que ver con nuestra propia inseguridad? Asegurar lo de afuera significa hacerlo todo bien y correcto aunque por dentro nos sintamos inseguros y con un gran nivel de ansiedad.
La inseguridad interna tiene que ver con la sensación de no ser suficiente, de no creernos válidos, con el miedo a no ser aceptado por el otro, a hacer el ridículo o fracasar. Inseguridad de no confiar en nuestras capacidades y en lo que somos, más allá de lo que hacemos. Porque además cargamos con el peso de tener que responder a un ideal que la sociedad marca. Pero no es necesario, no has de ser exitoso, sabio ni rico sino simplemente tú.
Puede que sigamos buscando la seguridad afuera pero eso no es garantía de sentirnos más tranquilos. En la mayoría de los casos esa búsqueda está ligada al desasosiego por querer lograr algo o más bien, por no querer fracasar y sentirnos incompetentes. Una búsqueda que va muy ligada al control. Pero este nunca cesa si no le plantamos cara.
El antídoto para dejar de buscar la seguridad es aprender a confiar. Confiar en uno mismo, confiar en la vida y confiar en que formamos parte de ella. Confiar en que hoy estamos en un sitio y mañana podemos estar en otro, confiar en que nada es permanente, confiar en que no estamos solos y podemos contar con la ayuda de otros.
Confiar es también soltar la creencia de que podemos con todo y que sin nosotros el mundo se para. ¡¡Qué prepotencia la nuestra!! Confiar es descubrir nuestros límites y saber que con ellos también podemos vivir e incluso dejarnos cuidar.
Cuando ante una depresión y la consiguiente baja laboral, me di cuenta que el mundo seguía girando sin mi, me quité un gran peso de encima y descubrí mi pequeñez. Cualidad importante para sentirme segura, pues era la ansiedad de hacerme grande la que me convertía en insegura y la que me hacía correr y correr, hacer y hacer…sin parar a escuchar lo que yo deseaba.
Miraba fuera, aseguraba externamente sin mirar hacia dentro, sin estar con mi deseo y mi necesidad. Y sin preguntarme…¿yo quiero un trabajo seguro? ¿una carrera profesional? ¿hijos? ¿es esto lo que me va a quitar el miedo?