El miedo es parte de nosotros y pretender que no exista es como si quisiéramos quitarnos la piel o dejar de respirar. ¿Has sentido miedo a que los demás te rechacen? ¿miedo a que tu pareja te abandone? ¿miedo a la muerte? ¿miedo a la vida? ¿miedo al amor? ¿miedo a volar? ¿a las arañas? ¿a la soledad? ¿a la enfermedad? ¿a la oscuridad?
Vivimos con miedo aunque no todas las personas lo hacen del mismo modo. Hay quienes se enfrentan al miedo, quienes huyen de él, lo rechazan, quienes lo sienten, otros lo esconden, otros se burlan o se hacen amigos de su miedo…
Puede que ante las preguntas anteriores te respondas que no, que tú no tienes miedo a nada. Decimos que no sentimos miedo porque no somos conscientes y no lo reconocemos en nosotros mismos. Hay personas que no se paran a escuchar si sienten miedo o no, ante situaciones de peligro, inciertas o amenazantes se enfrentan y actúan. Personas para las cuales sentir miedo es un obstáculo, un límite o una vergüenza. Entonces bloquean su miedo y aparentan ser fuertes, seguros y atrevidos.
En principio, puede resultar un buen método pero solo se trata de una defensa y una máscara que física y emocionalmente terminará pasando factura. Nuestro cuerpo se endurece, se acoraza y el miedo sigue estando aunque lo tengamos amordazado.
Sentir miedo no es malo, es humano. Aunque asusta y a veces paraliza, dejarnos sentir el miedo es una forma de parar y escuchar una señal para nuestra vida. A veces sentir el miedo puede resultar muy incómodo e incluso doloroso, y por eso huimos y nos distraemos con la tele, el móvil, planificando, definiendo estrategias y asegurándonos el futuro. Pero todo esto no evita el miedo, lo aminora o anestesia pero el miedo está ahí.
Sentir el miedo y no salir corriendo también es valentía. Es uno de los actos que requieren más coraje, sentir el miedo y llorarlo si hace falta, sentir el miedo y temblar, sentir el miedo y cerrar los ojos, sentir el miedo y debilitarte, sentir el miedo y ver cómo tu cuerpo se empequeñece. Sentir el miedo y respirarlo sin tratar de hacer nada.
Te invito a sentir tu miedo y observarlo sin más. Cerrar los ojos y ver todo lo que sucede en tu cuerpo cuando el miedo aparece, observar los pensamientos que se cruzan y quedarte con esta emoción sin pelear con ella, sin ofenderla y juzgarte por tener miedo. Abraza tu miedo y cálmalo diciendo que le ves, le reconoces y que con miedo también te amas.
Foto de Dani Vazquez en Flickr