Al escuchar esta frase por primera vez sentí de veras que la vida me atravesaba, que no oponía resistencia a lo que sucedía y que dejaba fluir aquello que acontecía internamente.
Todo sucedió en un trabajo corporal y en concreto, de bionergética. Aunque ahora no dedicaré mucho tiempo a definir qué es la bionergética sí decir que según su mentor Alexander Lowen, es una forma de terapia que combina cuerpo y mente, y también un modo de entender la personalidad humana en términos del cuerpo y sus procesos energéticos (…), la producción de energía a través de la respiración y el metabilismo y la descarga de energía en movimiento, como funciones básicas de la vida.
Y dicho esto, incido en que el cuerpo vibra, nosotros vibramos siempre que nos dejamos ser y estar con la vibración. En la vida hay un movimiento de carga y descarga que sucede espontáneamente. Sin embargo a veces cargamos y nos olvidamos de descargar, nos tensamos y nos olvidamos de aflojar. La bionergética y otros trabajos corporales nos ayudan a poner más conciencia a nuestro cuerpo, nos ponen en contacto con nuestras tensiones crónicas y facilitan los movimientos adecuados para su liberación. En definitiva favorecen que la descarga que naturalmente no dejamos salir, tenga también su espacio.
Quiero ejemplificar la carga y descarga en una situación en nuestra vida cotidiana. Cuando tu jefe te solicita la entrega de un informe pocos minutos antes de tu hora de salida a sabiendas de que el plazo de entrega era mañana, puede que aceptes calladamente entregárselo, quedarte dos horas más haciéndolo y por tanto perder tu clase de swing de ese día, o la quedada con amigos, o una bonita tarde de paseo para ti. A veces, no eres consciente de tu frustración o sí pero no la manifiestas ni la dejas salir a solas, en este momento estás cargando. Y si no fuiste capaz de decir, «lo haré pese a que tengo otros asuntos personales», «lo siento pero ahora no puedo hacerlo y habíamos quedado en que te lo entregaba mañana» o tal vez, irte al aseo y gritar o llorar. Al no manifestar todo lo que internamente sucede, no conseguimos dar salida a la descarga.
Al trabajar con el cuerpo lo que estamos haciendo es aumentar el estado vibratorio del cuerpo, aumentar nuestra expresividad, liberar tensión y dejar que la vida nos atraviese.
Al igual que el cuerpo se tensa, también nuestra mente se rigidiza y en este tándem solo tienen cabida unas emociones frustradas y no expresadas.
Volviendo al titular, la vida me atraviesa cuando… no ofrezco resistencia, cuando acepto cada cosa que sucede, cuando respiro aquellos pensamientos dañinos y los dejó marchar, cuando doy espacio a aquel incidente que me impide continuar con lo que estaba haciendo. También cuando tengo una mirada transparente y compasiva, cuando me dejo sentir el olor de un guiso o la mirada de un paisaje, al escuchar música…
Te invito a hacerte la pregunta, ¿Cómo dejas que la vida te atraviese?